El descaro

-Una corona por favor-, -Hay pura indio joven-. Él era joven, pero odiaba la indio, como odiaba el color rojo, las blusas estraple, los diez de cada mes, tonight tonight de los smashing pumpkins entre otros tatuajes mentales que se había elaborado durante cuatro años y que siempre estarían ahí. –Si supiéramos que todo terminará jodido jamás verteríamos sobre nuestros pensamientos esas cosas que nunca se irán- Pensó mientras el cantinero un poco ya molestó le decía: -tonses qué joven, qué va a querer-. –Un tequila- respondió suavemente sin dejar ver al cantinero que durante ese segundo de respuesta su cerebro hizo un serio análisis de qué lo llevaría más rápidamente al estado buscado. Giró sobre la silla, de esas que muestran el perímetro completo, de esas que de pronto dan la espalda y luego el pecho, de esas que sólo pueden existir en un lugar donde de pronto estas bien, y de pronto ya no lo estás. Había varios parroquianos explayando ideas trascendentales, sus rostros y manerismos lo denotaban, sus voces no porque eran opacadas por “Mandy” de Barry Manilow.
Regresó a la posición inicial, un vaso descontextualizado servía de aposento para un poco de tequila frente a él, se preguntaba cuánto iría a pagar por ese trago, y por el siguiente, el consiguiente y el final, eran cuatro, sabía perfectamente que eran los necesarios para no morir accidentado de regreso a casa, los suficiente para no confundir el rojo del semáforo con un verde y ser detenido por la justicia, lo suficiente para recordar su nombre, lo suficiente como para no llamarle desesperado, diciéndole, -vuelve.
El primer trago tardó un poco en diluirse a través de su garganta, no era que fuese de vírgenes labios y estómagos cobardes, era simplemente que quería disfrutar de cada mililitro de aquella bebida que difuminaría su pena o por lo menos la transformaría.
-No eres tú, soy yo. No sabía que le había molestado más, esa trilladísima excusa, o el saber realmente que no era él, en teoría, porque días antes Gilberto, su primo, le había dicho que la había visto saliendo del cine tomada de la mano de un tipo. Lo creyó, pero lo negó, para él era más sencillo decirse que no, no, no, -no puede ser- pensaba, aunque era. Cuando Natalia le dijo aquellas palabras, se sintió parte de la estadística de estúpidos, de los burlados por una frase que ya debía de estar en desuso, pero ella sin duda fue precisa. No eres tú, soy yo, era cierto, esto porque ella ya no le amaba, no le deseaba, era exactamente ella,la que le había dejado de lado por alguien más.
Al segundo tequila la primer lagrima corrió bajo la canción de “Siempre me dejas”, de “Siempre me dejas”, “pero tú, siempre me dejas” sonaba la melodía con unos rasgueos de notas estéticas salientes de una telecaster con efectos nostálgicos. Aquella canción le hacia llorar, lo convertía en una nena. Se sorprendió, no sabía que alguien más conociera esa canción, giró nuevamente con la silla y el tequila ondeando a medio vaso para ver si alguien compartía su dolor. Dos mesas yacían ya vacías, otros pocos habían bajado la intensidad de sus diálogos. Se quedó observando a todo y a nada por un rato, lo cierto era que la atención de sus ojos se fijaban en una chica que estaba en la otra parte de la barra. La conciencia se fue haciendo presente, la rondaba más frecuentemente, pero su mirada no podía detenerse, se delataría de inmediato. Los detalles insignificantes que recopilaba su vista fueron supliéndose por los rasgos que constituían a aquella mujer. Se volvió todo un analítico, un descarado, un atrevido. Mágicamente la quinta lágrima ya no se dejó venir, su cuerpo ya estaba por completo fijado en la que ya había denominado una belleza. La barra y el mesero sólo le vieron el rostro a intermitencias cuando pedía otra copa. Este ritual se repitió tantas veces que su manifiesto sobre el tequila se había anulado. Su trasero se entumió como si fuese una excusa, se levantó. Ahí estaba, de pie, ridículo, nadie le hacía segunda, y nadie se la haría. Sus piernas cobraron vida propia, su mente se apoderó de él. Se encontraba tan borracho que todo su ser succionó sus fuerzas, un milímetro de él tenía miedo, pero todo lo demás se precipitaba kamikazemente junto con aquella mínima rejega parte hacía la mujer que terminaba de empinar el último trago a una “indio”. –Hola- dijo nuestro personaje, que tontería había cometido, pensó, sería confundido con un patético barbaján, de esos que sólo ven a una linda chica sola y quieren devorarla de inmediato. Quería retractarse, tragarse aquel hola, pero ciertamente sentía que el tequila al raz de su garganta no se lo permitiría. Sonrió pidiendo una interpretación positiva. La chica no le miró, le sabía ahí pero no encontró su rostro con el de él. Sus dedos comenzaron a tocar con nerviosismo a la barra, él giró un poco al bar como si buscase algo, quería darse un poco de tiempo de manera sutil, sabía que el rechazo representaba un 50% de posibilidad en un cortejo, suspiró, trató de dominar el alcohol que ya lo tenía más que dominado a él. Volvió a suspirar, esta vez su mano automática se lanzó sobre la chica en pose de saludo, sus labios intercedieron al acto y volvieron a pronunciar el mismo “hola” de hacía algunos segundos. La chica pareció incomoda y él se aceptó ridículo. Era cierto que su mano estaba tan borracha como él, tanto así que no reconoció pena alguna y se quedó catatónica cual digna estatua. El tiempo, si bien lento, terminó con la burla. Para ese momento se escuchaba la chispa adecuada de “héroes del silencio”. Él pasó un trago de saliva que inquietó al tequila que esperaba pendiente un poco de libertad, se sintió mareado a tal grado que tuvo que sentarse en una silla junto a la chica. El cantinero lo miraba con atención, no le importaba aquel acto, para esas alturas de la noche le era cotidiano el vigilar a los parroquianos para que no se fuesen sin pagar. La visión de nuestro hombre sólo fue comparada con la de muchos otros ante un fracaso. Se escuchó un llanto desmesurado, un dolor claro y preciso, se escuchaba a un hombre borracho despilfarrar lágrimas sin medida alguna. La chica seguía acelerando el movimiento de los dedos como si tocara una pieza de Mozart, como si quisiera que el sonido de la madera contra sus dedos fuese más fuerte que la canción que para aquel entonces ya era la de “lucha de gigantes” de Nacha Pop, pero sobre todo más fuerte que el dolor de él.
La puerta del baño se abrió. Desde cualquier perspectiva del bar se podía ver, un hombre alto, fuerte, guapo y elegante salió secándose las manos, su dirección era clara, predecible, sólo sus masculinas manos lograron parar con la manía de la chica, le sonrió. Por primera vez en nuestro relato ella había desviado la mirada, le vio, se sintió salvada. La rocola se detuvo, ojalá el destino le hubiese dado de inmediato a alguien algunas monedas más para que las cosas no hubiesen pasado de lo cotidiano, el silencio era increíble, era un mutismo colectivo apoderándose del lugar, él, el mismo él que recién había agotado el llanto dio un largo suspiro, su cabeza se despegó de sus brazos al escuchar el rechinido de la silla continua. Un valiente en un acto de inconsciencia heroica depositaba una moneda que daría tres canciones más, sin embargo no fue lo suficientemente asertivo, el chico guapo de nuestra historia tomó a la mujer por el hombro con la finalidad más romántica, él se quedó admirando los pasos que daban uno tras otro hacía la salida hasta que el tequila se vio obligado a salir en forma del denominado vomito, mientras que en todo el bar se alcanzaba a escuchar, -ya es muy tarde Natalia.

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Para los que preguntaban si solo le hago a la farandula, pues aquí un poco de mi curriculúm: soy estudiante de psicología del C.E.S 1ro de Mayo de Michoacán en México, escritor, guionista teatral, fuí editor de la revista universitaria independiente "Ecos", columnista de la revista "Desafío Magazine" en Watsonville California Estados Unidos y colaboré en el programa cultural escaparatv en la sección de literatura. Tengo en mi haber 3 libros "Perspectivas" 2004, (relatos) "Noches Casuales, noches absurdas... Bienvenida la noche" 2006 (poesía y escritos) y "Bienvenidos a San Juan Palmira" 2007 (novela) todos publicados de manera independiente, participo activamente en el colectivo "Luis Gustavo Franco", publico en diarios de manera independientes así como en este mi humilde pero sincero blog.

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