Me miré, perdido en el tiempo, con muchos recuerdos de amores fugaces, de esos que terminan antes de empezar, ahí estaba, entre el umbral del dolor y la nostalgia, la que nunca se fue, ni se irá. Me miró, y este soy yo, nada, absolutamente nada en el infinito.
Este año fue un año difícil, quizá de todas las entradas al blog esta es la única entrada de contenido personal, quizá porque muchas personas no se darían la molestia de escuchar a una simple persona cuando a veces no se escuchan a sí mismo, pero me dio la necesidad de expresar lo que para mi fue un año duro, que no por ellos significa que fuese malo. Desde 1998 vengo diciendo que no habrá año que sea más difícil que el vivido en es tiempo, sin embargo se han esmerado y han logrado poner retos verdaderamente dificiles hasta comprender que el pasado es una especia de fantasma, recordable pero insensible.
siempre me quejé del dolor del alma, sin embargo este año fue un año de dolor físico, un año de recuperación de aquella operación de vesícula que dejó estragos durante más de 300 días, entre tantas cosas y diagnósticos fallidos, los males se intercalaban, el extraño mal penetró la fragilidad de mi mente y ahí se quedó por mucho tiempo, sin embargo, como en esas míticas batallas y en la claridad de los pensamientos humanos, el bien esta venciendo. Cierto, ha sido un año complicado, un año de distanciamientos, de cambios de ideas, de detestar más el comunismo y sus variantes, de crear una filantropía desaplicaca que espera el momento de perder la timidez, pero también ha sido un año de profundo amor, por las personas, por la familia, por lo que hago y lo que me rodea. Quedó satisfecho por ahora, pero con la necesidad de seguir con el camino, sin borrar huellas pasadas, que se quedaron para recordar algo que quizá se vaya olvidando.
EL recuento de los daños
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Blog de fomento a la lectura
sábado, 27 de diciembre de 2008