EL DOLOR AJENO... TAN MIO, TAN SUCULENTAMENTE MIO. YOSHIRO GLZ Y JAIME GARBA

Este texto lo escribí hace unos meses con un gran amigo del D.f, es versión sin editar.
Cuántos escalones tuve que subir para llegar al departamento. No es que aborreciera las matemáticas, es que el tedio del camino constituyó todo un pensamiento divergente. Continué prolongando el destino hasta que llegué a la puerta con el número 15. Toqué el timbre, pronunció un tono tan patético que rogué que callara de inmediato. Pasaron algunos ochos segundos, el terrible sonido aun no terminaba cuando se abrió la puerta; ahí estaba, sus cabellos rubios artificiales se presentaron ante mí. Quedé estático, su horrible cabellera no me permitía centrarme en sus perfectos senos. Sacudí mi cabeza de izquierda a derecha como si un animal tedioso cubriera mi rostro, la miré nuevamente y, esta vez, observé esos dos pedazos de piel colgados sobre su cuerpo, —¡Qué senos!— exclamó mi mente perdida de todo el sentido de su misión. Ya era ganancia, por lo menos mi mente ya no se centraba en análisis de aquellos rubios, falsos y desalentadores cabellos.
— ¡Ángel!— gritó al mirarme frente a su vieja puerta desvencijada. Me abrazó muy fuertemente, tanto que estuvo a punto de derribarme. El nauseabundo aroma de su inútil antitranspirante barato se mezcló con la vomitivamente cálida peste de su sudor; sin embargo, la situación era digna de sobrellevarse con tal de sentir cerca ese par de senos esculpidos por el mismo Dios.
— ¡Oh, Ángel, querido, no sabes cuánto te he extrañado! Perdona el tiradero, no imaginé verte hoy, creí pasarían tres o cuatro semanas más antes de reencontrarnos.
— Me soltaron antes los cerdos, nena. Fueron las primeras palabras que escupí
— ¡Esos hijos de puta! ¡Jamás debieron encerrarte! Eras inocente, bebé, ¿por qué no trataste de defenderte?
—La cárcel significa comida y refugio gratuitos por varios meses, amor.
— ¡Carajo, mírame! ¡Debo lucir muy mal en verdad!
Para ser honestos, la maldita se veía de la chingada, con ese falso cabello rubio lleno de nudos, esa sonrisa de enfermo sifilítico, su hedor a sudor de golfa sin pudor… pero esos senos valían la maldita imagen dantesca.
En la cárcel imaginaba sus preciosos pechos, en el lugar me parecían meramente apetecibles en un contexto sexual. Quería morderlos, tocarlos fuertemente; nada de pendejadas de amor, nada de estúpidas caricias, quería saciarme con esas tetas hasta que se tornaran lo más cálidas posibles de tanto manoseo; pero ahí, eso ya era historia… a final de cuentas que culpa tenía la cabrona de lo que yo había hecho.
—Luces bien— dije, dándole la ventaja que interpretara aquello como todo lo contrario.
—Gracias— contestó, tragándose esas dos palabras en su completa literalidad.
Pero yo esperaba más. La mente de la maldita idiota no procesaba palabra alguna pensando en cualquier respuesta menos la que escuchó. Su rostro expresó incertidumbre y fue cuando mi inconsciente (los psicólogos me han dado una joyita de justificación para todas y cada una de mis acciones de hijo de puta) decidió actuar. Mi pezuña derecha tocó aquel bello pecho que tenía a tan corta distancia.
— ¡Ángel! — gritó ella a la par que soltaba un fuerte manotazo en mis garras de animal lujurioso. De inmediato, empezó a llorar (el llanto de una mujer, una de las cosas más pendejas del mundo. Quejido penetrante digno de una moto cierra en funcionamiento que trata inútilmente de partir a la mitad un oxidado tubo metálico de alcantarilla repleta de excremento diarreico ensangrentado de algún obeso alcohólico con almorranas… eso es el llanto femenino). — ¡No has cambiado nada, sigues siendo el mismo cerdo asqueroso de siempre ¡
— ¡No mames, pendeja! ¿Quién chingados te crees, tú posee de mujer virginal? ¡Eres una maldita puta y lo sabes! ¡Déjate de idioteces y abre las piernas!
— ¡Eres un hijo de la chingada, una verdadera mierda! ¡Yo sabía que no ibas a cambiar, pero ahí estoy de pendeja, esperándote! ¡Vete a la mierda, Ángel, lárgate!
Retrocedí solo para pensar en un buen movimiento. Mi mente nunca fue tan ágil como mis manos así que el mismo medio paso que retrocedí lo acerté de nueva cuenta para estar tan cerca de ella como lo estaba. Miré su seno, su tremenda teta izquierda, era solo un poco más grande que la derecha, era mi preferida, era la que me hablaba entre sueños. Lance mi pesuña ganosa y la tomé con mis cinco dedos, quería escapar así que llamé a la escena a mi otra mano, entre ambas la controlamos mientras Rebeca jalaba su cuerpo hacía atrás pareciendo que aquel tremendo pedazo de piel pareciera desprenderse.
-Déjame estúpido, por favor, suéltame.
Lo segundo de esa frase fue un suplicio, me arrancó una carcajada tan fuerte que mis manos perdieron coordinación y la soltaron, ella retrocedió ante mi mirada.
-¿Cómo te atreves a querer hacerme esto de nuevo?.
-Esa es una pregunta muy fácil de contestar, acaso no te has visto ese par de tetas provocadoras.
-¿Acaso no recuerdas por qué te metieron a la cárcel?
Era cierto, mis días de prisión habían sido debido a algo similar, la única diferencia fue que todo comenzó con el vil pretexto del amor. Ahí estábamos en el sofá de mi casa, en aquel cuchitril tan asqueroso como yo, ella estaba sobre mí como si pensara en dominarme, pero no se daba cuenta de que sus pechos estaban taladrándome la cabeza con la imagen de sus pezones. Mis manos, las verdaderas culpables la tomaron primero lentamente, vendiéndole una idea falsa. Sí, ya me había dicho que nadie la quería. Los múltiples abandonos por los que había pasado le habían dejado una autoestima notablemente baja, lo percibía por la excitación que se sentía ante un ser tan horripilante como yo, era la primera, y por lo tanto mi cuerpo deseoso por tantos años de existencia no pudo contenerse.
No importó el recuerdo, el pasado era historia, el dolor ajeno no valió de nada, fue mío, tan terriblemente mío.
Un golpe acertó se asentó en mi entrepierna, pasaron cinco minutos, me retorcía del dolor. La puerta sonó estrepitosamente. Se abrió. Llevo diez meses en prisión, sus tetas están conmigo, en mi mente. Escribo una carta: Querida puta…

10 PASOS PARA SER UN BUEN ESCRITOR.


(sin orden de importancia)

1.-Ser mam´on.

2.-Buen roce de barbilla con los dedos pulgar e índice.

3.-Beber vino tino, si eres escritor independiente new age de "gato negro" pa´ arriba o, en su defecto, whisky, cognac. (vino en tetrapack y micheladas abstenganse.)

4.Fumar (la combinación con el segundo punto acerca mas a la meta.).

5.-Leer a los clásicos, si se puede en edición Porrua o ediciones anteriores a 1980 mejor.

6.-No leer las ediciones de bolsillo, ni a ningún premio Alfaguara.

7.-Usar lentes tipo José Emilio Pacheco. (aunque no se necesiten.)

8.-No leer o escribir en un blog.
9.-No sorprenderse cuando se va a la FIL y se ve en vivo a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes en la misma mesa. (si se es un buen escritor, ellos pasan a ser colegas).
10.-Usar términos como: -Anáfora, Acotaciones, Asinocronia. En clases de lectura y redacción.
Nota: los resultados pueden variar.
Nota 1: por si no lo alcanzan a percibir, todo es un vil SARCASMO.
Nota 2: Vayan al encuentro de escritores independientes realizado en Morelia este 9, 10 y 11 de julio. Véase flyer en la parte posterior.

El ataque.

Cierra los ojos. Dijo Esmeralda a Raúl que aun parpadeaba por toda la habitación oscura. –¿Y si regresan?. –¿Quiénes?. Preguntó ella. –Los monstruos. Contestó él con la voz entre cortada. Esmeralda comentó que los monstruos no existían, pero esa afirmación proveniente de alguien como ella no daba nada de calma. No era su madre, no era absolutamente nada con él, qué certeza podría otorgarle una desconocida. –Vendrán. Dijo Raúl. Lo habían hecho ayer, antier y cada día desde que se habían mudado a aquel departamento. Sus padres, quienes estaban en la fiesta de los Perez, de aquellos hipócritas amigos. Se burlaban cuando apagaban la luz aun contra la voluntad de aquel indefenso ser, pero la risa se suplía por castigos matutinos cuando las sabanas amanecían con los orines de manufactura temerosa por el ataque de los monstruos. Sabía que exageraba, nunca lo atacaban, se metían por debajo de la sabana, debajo de la cama, le pasaban por encima, por un lado, pero nunca le ponían una mano encima, o una garra, o lo que fuese que tuvieran.-Cierra los ojos. Dijo Esmeralda a Raúl viendo el reloj desesperada. Ya tenían que estar los señores García para esas horas. El cobrarles más no le alegraba del todo, porque sabía que aquella noche tenía ganas de echarse un buen revolcón con su novio Genaro. A nuestro infante protagonico no le importaba eso, no sabía de sexo, sólo de monstruos, era un experto en eso. Esmeralda salió de la habitación ante las suplicas. Se quedó sólo, ya no gritaba, ya no había a quien gritarle, miró su habitación, cada especifico espacio que le permitiera descubrir de dónde saldrían sus enemigos esa noche. Quería sentirse valiente, quería que olfatearan valor y no temor.Pasaron las horas, tal vez minutos, aun no tenía noción del tiempo, pero definitivamente algo pasó, la puerta principal se abrió, Raúl pegó un fuerte brinco, sus parpados quienes instantes atrás habían caído rendidos tuvieron que despertarse estrepitosamente. Un paso, dos, se acercaban, como siempre no le tocaban, venían por un lado, por el otro, por debajo. Dentro de todo se sentía seguro, todo hasta que… Los sentía, los olfateaba, estaban más cerca, lo tomaron, atacaron sus mejillas con liquido babeante, lo estrujaron intentando quebrantar su suave cuerpo, se pusieron sobre de él, uno por cada lado, estaba perdido, no lloraba, gritaba desesperado que alguien lo salvase, no había nadie, sólo los malditos monstruos. Se dejó vencer, cayó rendido, como un cadáver seco y desarropado en la cama de su habitación. Cualquier personaje externo hubiese percibido el aroma a orinesEl despertador sonó, eran las siete, Raúl se levantó con la certeza de que ya no habría monstruos, en aquel nocturno ataque los mordió, los atacó ferozmente mientras estaban sobre él, los orinó, sabía que si aquel liquido saldría de su cuerpo de cualquier forma, sería mejor que fuera sobre de ellos, para aniquilarlos, o, por lo menos humillarlos, despertó un poco feliz, había tenido un poco de venganza. Salió al comedor, sus padres yacían sobre la mesa estereotipadamente. Lo miraron coreografiados, fruncieron el seño, su mirada era penetrante. Raúl se sintió extraño, se acercó más y más, parecían desconocidos, y ¿cómo no? Quién diablos se atreve a orinar sus padres… y nadie se atrevería a decir que soñar, es un buen pretexto.

Seguidores

Si hay algo que decir, digalo.

Cuántos somos

Acerca de su servidor.

Para los que preguntaban si solo le hago a la farandula, pues aquí un poco de mi curriculúm: soy estudiante de psicología del C.E.S 1ro de Mayo de Michoacán en México, escritor, guionista teatral, fuí editor de la revista universitaria independiente "Ecos", columnista de la revista "Desafío Magazine" en Watsonville California Estados Unidos y colaboré en el programa cultural escaparatv en la sección de literatura. Tengo en mi haber 3 libros "Perspectivas" 2004, (relatos) "Noches Casuales, noches absurdas... Bienvenida la noche" 2006 (poesía y escritos) y "Bienvenidos a San Juan Palmira" 2007 (novela) todos publicados de manera independiente, participo activamente en el colectivo "Luis Gustavo Franco", publico en diarios de manera independientes así como en este mi humilde pero sincero blog.

mi blog tiene hambre de comentarios


Feria del libro de Zamora. Sep 09

El poder de los libros

en la Feria del libro de Tlaxcoapan Hidalgo.

Colectivo Luis Gustavo Franco.

Santiago Roncagliolo y su servidor

Laura Avalos y su servidor

Martín Duarte, Xavier Velasco y su servidor


Colectivo Luis Gustavo Franco y amigos


Día mundial de la poesía, CRAM